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Especulación reloaded

  • Bárbara Menéndez
  • 13 mar 2015
  • 2 Min. de lectura

La burbuja inmobiliaria que explotó a comienzos de la crisis, según los expertos, asienta sus raíces en el año 1997. Visto en un gráfico que refleja el precio de la vivienda en comparación con la inflación de cada momento parece bastante obvio que el valor “del ladrillo” estaba disparado. Sin embargo, hace 15 años nadie hubiese dicho que esta subida de precios supondría una de las principales causas de la crisis económica en la que aún estamos inmersos.


Fuente: Wikipedia


Por lo tanto, ¿cómo podemos asegurar que no estamos a las puertas del comienzo de otra burbuja inmobiliaria? El senior advisor de The Blackstone Grop y ex presidente del Círculo de Empresarios, Claudio Boada, ha dado su opinión al respecto esta semana en el contexto de la presentación del informe “El dinero en 2013”. "No estamos en una burbuja, pero las rentabilidades esperadas serán muy inferiores; nosotros hemos rechazado muchas operaciones”, aseguraba Boada.


The Blackstone Group es una multinacional de capital privado con sede en Nueva York que se dedica a la concesión de créditos y a la banca de inversión. Ellos mismos se consideran “una alternativa de gestión de activos y servicios financieros”. De la misma manera, Boada reconoció que en 2012 hicieron una importante inversión en el sector inmobiliario español, ya que este “presentaba una oportunidad porque se estaban tomando medidas adecuadas”.


Sin embargo, este grupo no es el único que está interesado en invertir en un sector que, a priori, no parece el idílico: "Antes apenas teníamos competidores en el sector inmobiliario, pero en los últimos meses ha crecido mucho el número de fondos interesados". ¿Qué les incita entonces a arriesgarse? La respuesta es clara: la especulación.


Lo que estamos – sutilmente – presenciando no es más que la versión moderna de la especulación que hace 8 años hizo explotar la burbuja inmobiliaria en España. Se está volviendo al sistema de compra-venta que sólo tenía por finalidad lucrarse a costa de los ciudadanos. De seguir así la economía española seguirá controlada cual títere por los intereses empresariales de unas pocas compañías que monopolizan el sistema no sólo económico sino político, convirtiendo al país en una dictadura capitalista.



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