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La gran mentira de la economía, Gonzalo Bernardos

  • Iris Rodríguez
  • 23 may 2015
  • 5 Min. de lectura

Y por qué el futuro será mejor que el pasado a pesar de todo


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El profesor de economía de la Universidad de Barcelona, Gonzalo Bernardos, presenta en estas 250 páginas una retrospectiva de los entresijos que hay en nuestro sistema económico, haciendo hincapié en la figura del economista como pieza clave de la máquina y de las decisiones que hacen que la situación económica varíe.


La estructura del libro se compone de un prólogo en el que justifica la existencia del mismo y le siguen tres partes. La primera es una autocrítica al gremio de los economistas. Bajo la pregunta ¿Por qué los economistas tenemos tan mala fama? Bernardos se cuestiona el por qué de la visión tan negativa que éstos tienen en la sociedad. Aunque nos va dando pistas a lo largo de la obra es importante destacar la reflexión del propio autor en su descripción personal “No pertenezco a ningún partido ni grupo de influencia lobby. Soy consciente de lo que me pierdo –dice- pero mi independencia me permite decir y escribir lo que quiero. Un lujo para algunos, prácticamente una necesidad para mí. Una muestra de ello es este libro”. A través de estas palabras podemos entender la reflexión argumentada que se aprecia en el libro.


Es en la segunda parte del libro dónde el economista expone los que él considera los principales errores de los economistas y las principales causas de los mismos. Se trata de una narración extensa, quizá demasiado repetitiva en tanto que las ideas quedan claras desde el principio y podría estar más sintetizada, puesto que la lectura se hace un tanto pesada en algunos puntos. Para Bernardos los principales problemas de sus compañeros de gremio y las causas de los mismos se agrupan en una excesiva pasión por el dinero: apelando a una ambición desmesurada de la mayoría de los profesionales del ámbito y a una idea de búsqueda de la prosperidad individualista. Una idea importante que destacaría es la puntualización que hace acerca de cómo los estudiantes deciden entrar a estudiar grados de Economía. Para Bernardos se trata de mero pragmatismo, no hay vocación, se matriculan en una carrera que cumple tres condiciones: ser relativamente fácil, permitir el acceso a múltiples empleos y ofrecer alta probabilidad de conseguir empleo.


Otro aspecto importante es el uso inadecuado de la ideología política dentro de la profesión. Remitiéndonos al comentario inicial del autor, la ideología limita e influye en las decisiones de los economistas y por tanto repercute en las políticas económicas y en la visión económica que transmitan al mundo. Se trata de un gremio de gran influencia social, con un estatus ya conseguido que deben mantener y que va íntimamente ligado al poder político. Para Bernardos hay economistas que ya se califican y sitúan en una teoría económica y se aseguran así un futuro ligado a esa línea ideológica, sin embargo cometen el error de aplicar las mismas soluciones a todos los problemas. Los de derechas creen que todo se arregla realizando reformas estructurales disminuyendo los tipos impositivos, los de izquierdas creen que la inversión en infraestructuras y concesión de subvenciones de forma equitativa. Más adelante ejemplifica perfectamente estas dos corrientes ideológicas, por un lado el keynesianismo de los años 30 que implicaba la intervención del estado en la economía para reavivarla y aumentar el tejido productivo y el consumo, por otro lado las reformas neoliberales que vinieron con la crisis del petróleo de los 70 y los posteriores gobiernos de Thatcher y Reagan. En este paso del capitalismo keynesiano al capitalismo financiero el autor se recrean en la explicación no tanto económica sino histórica en la que clasifica como tercera parte de la obra, titulada “un nuevo modelo de capitalismo:¿cómo y cuando?”.

La falsa prudencia como característica principal de los economistas y por tanto como actitud que implementan en las respectivas políticas que asesoran. Así como la posibilidad de cometer errores a la hora de diagnosticar posibles incipientes crisis. Esto último se puede unir con el cuarto error que el autor asigna a los profesionales de esta ciencia inexacta: el futuro como repetición del pasado. Aquí Bernardos vuelve a extenderse en explicaciones y argumentos repetitivos. Lo cierto es que la ideas está clara desde el inicio del capítulo “Podemos concluir que una gran parte de la profesión, con la finalidad de explicar el presente o el futuro, adopta como método principal el análisis del pasado al que en algunas ocasiones da mayor importancia que al análisis del contexto actual. De forma implícita considera que las coyunturas económicas y empresarias se repiten(..)” Esto produce la creación de ideas mitificadas dentro del campo económico. Por ejemplo el autor hace una reflexión interesante cuestionándose la idea extendida de los ciclos económicos y su extensión predecible y milimetrada. El ejemplo más claro de las consecuencias que comporta basarse en el pasado para actuar en el presente es la crisis del petróleo del 1973- en ella se aplicaron unas medidas para resolver un problema de oferta como si se tratase de un problema de la oferta, y la crisis no hizo más que agrandarse-.

Otro apartado destacable del libro es la reflexión sobre los costes sociales de las diferentes políticas económicas. El capitulo 6 sirve de exposición clara, concisa y esta vez acertada en la extensión, de los mecanismos de reformas y política económica: tecnócratas vs populistas. El autor lo hace ejemplificando y con un buen análisis de pros y contras de cada tendencia. “Para los tecnócratas el fin (resultados económicos globales satisfactorios) justifica los medios; otros pretenden que su gestión satisfaga a los deseos de una mayoría por tanto el medio es tan importante como el fin buscado”. Este apartado es uno de los más interesantes de todo el libro. El autor presenta varias políticas transversales reformistas: Alemania, el Brasil de Lula entre otros y analiza las posibilidades de reforma desde la izquierda y desde la derecha con todos sus logros y fracasos y cómo estas afectan tanto al mercado de trabajo (aparición de los minijobs) como al Estado de Bienestar (progresiva pérdida de prestaciones).


Ya en el apartado final mencionado anteriormente Bernardos hace una retrospectiva de cómo hemos llegado a la situación de crisis actual analizando al evolución al capitalismo financiero. Después vaticina el futuro y la salida de esta crisis que nos afecta desde 2007. Para el autor el hecho de que el poder adquisitivo de las familias se haya visto reducido, la idea básica del sistema que era “crecer nos beneficia a todos” pasará a ser la “redistribución de la renta”.


El cambio se producirá en los ciudadanos y en los mecanismos democráticos que éstos tienen para decir basta al sistema desigual en el que viven. Lo cierto es que este libro fue escrito y puesto a la venta en mayo de 2014, poco antes de las elecciones europeas y del salto de los nuevos partidos del “cambio” al espectro mediático y político. Es una conclusión coherente y esperanzadora después de un libro gris que no genera demasiado entusiasmo. El cambio está en nuestras manos nos dice, y a una semana de los primeros comicios de este gran año electoral es un buen momento para hacerle caso.


Es en definitiva un libro con optimismo pero realista, con argumentos interesantes y con un fin, pero demasiado extenso para la cantidad de información útil que aporta. Bernardos peca de narrar en exceso y no consigue generar expectación en el lector debido a las ideas demasiado repetidas. Tras la lectura sigo sin saber responder cual es la gran mentira de la economía.


 
 
 

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