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La deuda, esa gran desconocida

  • Iris Rodríguez
  • 13 mar 2015
  • 4 Min. de lectura

Se trata de palabra que más revolotea por nuestro imaginario comunicativo, político y social en los últimos tiempos. Repetida constantemente en los medios de comunicación, se diluye en un abismo de inexactitud.


Entendiendo por deuda pública el conjunto e deudas que mantiene un Estado frente a los particulares o frente a otro país, se trata de una forma de obtener recursos financieros por parte de un poder público a través de la emisión de títulos de valores – véase en España las letras del Tesoro a corto plazo, los bonos del Estado a medio plazo y las Obligaciones a largo plazo-. Es por tanto un instrumento financiero que permite que un ente público emisor capte fondos bajo promesa de futuro pago en mercados nacionales o extranjeros. La deuda pública crece en las crisis financieras como consecuencia (no causa) de la recesión económica (paro y bajada de ingresos fiscales) y el rescate al sector bancario.


Si bien los casos de deuda pública de los países de la zona euro son diferentes. Por una parte Grecia mantiene una dependencia del resto de la unión en tanto que su deuda está financiada por otros países de la zona euro – de ahí todo el revuelo formado en España ante la posibilidad de impago de Syriza por los 550 euros que el país heleno debe “a cada español”-. Para ser más exactos el total de la deuda pública griega (más de 300 mil millones de euros) se reparte entre el European Financial Stability Mechanism, los Bancos Centrales Europeos, el FMI y en préstamos bilaterales de UE. Actualmente su deuda equivale al 147% del Producto Interior bruto.


La deuda pública española supone a día de hoy un 97% del PIB. Supera el billón de euros y está contraída en su inmensa mayoría con instituciones bancarias extranjeras. Cuando escuchamos hablar de pagar la deuda en España es ésta, la pública, a la que se hace referencia.


Vemos que estas cifras tan alarmantes de deuda española se pueden equiparar a las de país vecino. Francia acumula un crecimiento de su deuda en los últimos tres trimestres, actualmente su deuda pública se sitúa en un 95,3% del PIB ( 2.031.487 millones de euros). La Comisión Europea había concedido en 2013 un plazo de dos años para reducir el déficit al 3%, sin embargo el nuevo proyecto de Presupuestos Generales del gobierno de Valls advierte que no se cumplirá dicho promedio hasta el 2017, y una vez más, la tercera en este caso, la CE ha cedido ante el país galo. A cambio Francia hará un reajuste de 3.600 millones, reduciendo gastos – sin afectar a los derechos sociales básicos como la sanidad- y optimizando el sistema fiscal con nuevas medidas antifraude.


Por otro lado podemos encontrarnos las cifras italianas, donde la deuda supone un 131% del PIB –aunque ha disminuido en el último trimestre interanualmente ha aumentado considerablemente-. Y en cuanto al pilar de la economía de la zona euro, la deuda pública alemana si que dista de estas cifras, en tanto que es inferior al 75% de su Producto Interior Bruto – lo cual no implica que haya aumentado en el último año-.


Si bien el debate más candente en la actualidad es el pago de dicha deuda. Syriza ya ha dado un paso atrás de sus intenciones más radicales, las cuales pasaban por una quita de la misma deuda, que permitiese así flexibilizar la economía helena y más margen de maniobra para que el gobierno, sin dañar el gasto social, consiga un crecimiento económico. Es importante destacar qué la posición de negociación de Grecia es muy desigual. El país heleno supone un 1,5% del PIB de la zona euro, mientras que por ejemplo España es la cuarta economía de la zona. Y si además añadimos el hecho de que nuestra deuda es con elementos privados, la negociación es diferente.


Actualmente el pago de intereses de la deuda en España es de 38 millones de euros, una cantidad equivalente a los recortes de sanidad y educación ( 10% del presupuesto nacional). El fraude fiscal cuesta 80 mil millones y la corrupción 40 mil millones anuales. Por tanto con estos datos, extrapolables a la mayor parte de economías de sur de Europa pueden llevarnos al planteamiento de que el pago de esta deuda no es viable. Al menos no en los términos que se exigen actualmente, de hecho solo 4 países cumplen los límites de deuda (60% PIB). El BCE lo sabe y de hecho ha procedido a una compra masiva de activos públicos y privados para reactivar las economías de la zona. La idea es una restructuración, o una regulación del capitalismo financiero. En definitiva una gestión progresista del capitalismo, que tenga como límite los derechos sociales. Los cambios que se avecinan en el horizonte político de los países del Sur y las altas expectativas en partidos como Podemos, Sinn Féin o el PS en Portugal dejan entrever un futuro por descubrir que puede plantear cambios sustanciales.

 
 
 

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