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El hombre que cambió su casa por un tulipán, Fernando Trias De Bes

  • Iris Rodríguez
  • 16 mar 2015
  • 4 Min. de lectura

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Bajo un título cuanto menos original Fernando Trias de Bes nos acerca a los por qué y a los cómos de la mayor crisis económica, financiera e inmobiliaria de la historia en nuestro país. Para llegar a ella y explicarla, primero nos sitúa en el contexto de las grandes crisis económicas de los últimos siglos.

Desde la fiebre de los tulipanes holandesa entre 1636 y 1637, hasta las hipotecas subprime de Estados Unidos. Pasando por la gran especulación del gobierno británico con la compañía de los Mares del Sur en el siglo XVII, la crisis nipona de los años noventa y el imprescindible crac del 29.


Lo cierto es que Trias consigue hacer un análisis exhaustivo, coherente y conciso sobre cada una de las situaciones históricas de crisis. Ayudado por paralelismos, ejemplos y analogías con la vida diaria, así como con un intento de lenguaje coloquial, facilita su entendimiento. Además de acompañar las operaciones más complejas del mercado con gráficos y pequeños esquemas.


Tras una primera parte contextual y explicativa, quizá llega la parte más controvertida del libro. Aquí es cuando debes aguantar y leer hasta el final, porque pararse en “el síndrome del necio” es quedarse con un mal sabor de boca. La forma ensayística, con un tono demasiado didáctico, adornado con un cariz de retórica, incentiva la culpabilidad de la población en general por haber provocado las susodichas burbujas económicas. Rozando la demagogia en algunos momentos, sobrepasa los límites de la didáctica, dando a entender que coloca en un mismo saco a todos los actores intervinientes en las diversas crisis, con igualdad de responsabilidades. Los necios no son los banqueros, los políticos o los agentes bursátiles, son los ciudadanos que, movidos por el egoísmo, la envidia, la codicia y la gula por el dinero se dejan seducir y se ciegan ante las suculentas ofertas de los mercados.


El autor afirma que para que una burbuja arranque tan solo es necesario que confluyan en un entorno próspero tres factores: dinero abundante, objeto de deseo incipiente de revalorización y codicia desenfrenada. Es en este último punto donde más hincapié hace y dónde como ya he mencionado, el límite entre la descripción objetiva de la realidad y la demagogia quedan muy difuso. “El motivo inicial que hizo subir el precio, lo que significa que el único motivo de que suba mañana es que subió hoy, o que el motivo de que haya subido hoy es que subió ayer. […] la única lógica racional de que algo racional suba mañana porque ha subido hoy debería solo aplicarse al amor, que es lo único infinito en este mundo. Bueno, además del amor también es infinita la estupidez humana”.


Exceso de confianza, lógica irracional, envidia del beneficio ajeno, autoengaño o toma excesivo de riesgos son algunos de los síntomas que Trias diagnostica a los necios. Las soluciones pasan por la cautela, conformarse cuando se tiene suficiente, olvidarse de lo que ganen los demás etc. La propagación de dicho síndrome la explica a través de un mercado ficticio en el que una cooperativa de padres que hacen de canguros representa el juego de la oferta y la demanda, y la especulación que da lugar a las burbujas. Para Trias hay 5 tipos de burbujas, divididas por grados.


El grado 1 es una ligera contracción de la economía y se arruinan solo quien ha invertido todos sus ahorros, pero sin mayores consecuencias – véase la crisis de los tulipanes holandeses-. El segundo nivel corresponde a burbujas dónde la especulación se hace con dinero prestado por bancos centrales, como la de los Mares del Sur, en este el acceso al crédito sí se ve afectado. Seguidamente el nivel tres comporta además que el país que sufre la burbuja busca financiar ésta con dinero de otros países, estrangulando así el crédito y el consumo, sin dinero fluyendo la actividad se detiene- el claro ejemplo es el crac del 29, dónde la burbuja se financió con dinero de la banca internacional-. El nivel cuatro es lo mismo pero añadiendo la refinanciación de la morosidad. Y el último nivel – y aquí se sitúa nuestra crisis económica e inmobiliaria- el número de personas que participa de la burbuja es mucho mayor, hace por tanto tambalearse mucho más no solo al sistema financiero sino al sistema social, y la crisis sobrepasa los límites de lo económico.


Es en la última parte del libro cuando Trias de Bes responde – no era sin tiempo- a 5 preguntas sobre nuestra crisis. Entre ellas está la clave, ¿dónde están los responsables de la última burbuja? Bancos centrales, comercial o de inversión, reguladores, dirigentes y agencias de rating o tasación.

Estamos ante un libro escrito en 2009, la crisis estaba in crescendo, y el autor no puede dar soluciones mágicas a una depresión económica. Cae aquí de nuevo en la falsa demagogia, el remedio de la crisis está en emprender, invertir y no perder las esperanza. Palabras muy bonitas pero carentes de fundamento si la analizamos en el contexto de la ciudadanía española durante la crisis. Las consecuencias de la crisis son mucho peores de las que se imaginaba Trias, volver a invertir sería una solución fantástica pero no es real en nuestro imaginario social. En definitiva el libro de Trias, aunque con excesos de demagogia o didactismo, es coherente con el momento en el que está escrito, pero quizá peque de iluso en sus expectativas de las consecuencias de esta crisis.

 
 
 

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