Exportaciones que no ocultan otros problemas
- Tomàs Martínez
- 21 mar 2015
- 2 Min. de lectura
En los últimos días se ha dado a conocer un dato positivo sobre las exportaciones catalanas. Se ha anunciado que las ventas de productos producidos en Catalunya aumentaron en un 1% el pasado mes de enero respecto a las cifras del mismo mes en el año anterior. El sector más reforzado por las exportaciones es el del automóvil, también a nivel estatal, seguido de la industria química.
Los 4.760 millones de euros de ingresos en exportaciones suponen un 26,6% sobre el total de vendas de España. Además, las exportaciones catalanas han aumentado en consonancia con los datos del año pasado, pues las ventas al extranjero crecieron un 3,1% a lo largo de 2014 (por encima de la media española), según datos de Idescat. Así pues, la tendencia está en vender más al extranjero.
No obstante, lo que a priori parece un dato positivo lo es un poco menos si lo ponemos en contexto. Si bien es cierto que las exportaciones han alcanzado un número récord, también lo es que las importaciones han crecido en un porcentaje muy similar. Así pues, Catalunya importa bienes por un valor de 5.700 millones de euros, algo mencionado con letra pequeña mientras se destaca el dato de las exportaciones. Esto significa que Catalunya sigue gozando de una balanza comercial negativa, pues importa mucho más de lo que exporta. Son 940 millones de euros de déficit en este indicador, lo que significa que Catalunya compra fuera mucho más de lo que termina vendiendo.
A nivel estatal, sin embargo, la tendencia es distinta aunque el resultado final se parece muchísimo. Las exportaciones se han reducido en un 2,6% mientras las importaciones también han bajado, en un porcentaje del 3,1. Así pues, se ha reducido el déficit de la balanza comercial en términos españoles, pero ésta continúa siendo negativa. De hecho, de la diferencia entre exportaciones e importaciones se obtiene un déficit de 2.596,2 millones de euros, según el Ministerio de Economía. El propio ministerio atribuye este descenso “al efecto calendario”, pues hubo un “día útil menos” respecto al año anterior, pero esta causa no explica, ni por asomo, una reducción tan llamativa.
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