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Nadie se esconde bajo la sotana

  • Roger Obiols
  • 20 abr 2015
  • 2 Min. de lectura

En “Renzi y un año de pocas promesas cumplidas” comentábamos que al primer ministro italiano le gustaba tener una colección de promesas incumplidas. Por suerte, no ha seguido la misma estrategia con la cuestión del secreto bancario. A principios de Marzo, se anunciaba un acuerdo de cooperación tributaria entre Italia y el Vaticano, y un mes después (con sorpresa de muchos), el 1 de Abril se aplicaba esta reforma financiera.


El Instituto para las Obras de la Religión (Banca Vaticana), ha sufrido varios golpes en los últimos años por escándalos como el lavado de dinero, ventas fraudulentas, o la falta de transparencia en sus cuentas. Ciprian, Tulli o Gotti son tan solo algunos de los responsables del IOR que se las vieron con la justicia o que fueron cesados por mala praxis.


El acuerdo firmado entre el Gobierno Italiano y la Santa Sede obliga al IOR a entregar a la Hacienda Italiana todos los datos sobre personas físicas o jurídicas que residan en Italia. Un acuerdo que seguro que afectará a los 5000 trabajadores que tiene el Vaticano, ya que la mayoría son Italianos. De hecho, los datos que se proporcionan datan desde el 1 de Enero de 2009, lo cual podría afectar a más personas.

Vestíbulo del IOR

Esta acuerdo es sin duda una gran noticia para Italia, que, según Tax Justice Network (organización que lucha contra la evasión fiscal) presenta un 27% de economía en negro, superando Francia (15%), Reino Unido (12’5%) o España (22’5%).


El borrado de secreto bancario es una estrategia a la que ha recurrido Roma con otros paraísos fiscales como Suiza, Mónaco o Liechtenstein. Por otro lado, este es el primer acuerdo que se firma des del Vaticano, y llega precisamente cuando parecen cambiar los aires en la santa sede.

 
 
 

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